Pepa Plana llegará al Teatro Guimerá el próximo 23 de marzo con Si tú te vas, una obra en la que, a través del humor y el teatro de payasas, reflexiona sobre la guerra, el exilio y las injusticias sociales. La artista reivindica el papel de la payasa en el teatro adulto y nos invita a sorprendernos con un espectáculo tan tierno como crítico.

 

Pepa, en «Si tú te vas» presentas una crítica a la guerra y las injusticias sociales a través del humor y el teatro de payasas. ¿Cómo logras equilibrar la comicidad y la reflexión profunda sobre temas tan serios como la guerra y la situación de las mujeres?

R: No se si logramos equilibrarlo, jajaja!

Pero por poder, se debe poder hablar y hacer broma de todo, aunque es cierto que según qué temas, hay que dejar pasar un tiempo y tratarlos con respeto. En este caso, como el tema de las guerras es perpetuo, se ha tratado desde muchos ángulos y claro, también desde el humor, para criticar su absurdidad. No hemos evolucionado tanto, seguimos matándonos como siempre.

La obra aborda el tema del éxodo y la guerra desde una perspectiva muy humana. ¿Qué te inspiró a elegir este enfoque y qué mensaje esperas transmitir a tu público a través de las tres heroínas olvidadas que interpretas?

R: De hecho ya he tocado este tema en otros espectáculos, porque es algo que siempre tengo presente ya que en este país también pasamos por ahí no hace tanto y entre los que tuvieron que exiliarse, estaban mis abuelos. No espero descubrir nada, solo que tengamos presente que seguimos igual, con los mismos errores. Que la población de a pie son los que sufren las consecuencias de unas decisiones por intereses principalmente económicos de unos cuantos.

«Si tú te vas» toca temas muy actuales y urgentes, como la situación de los refugiados y las mujeres en conflicto. ¿Qué te motiva a seguir explorando estos temas en tus obras y cómo te ayuda el teatro a darles visibilidad?

R: Bueno, el tema de los refugiados y las mujeres en conflicto es actual desde siempre y permanentemente. Lo que pasa es que en este momento en la vieja Europa nos ha tocado más cerca y lo tenemos más presente, pero no hay un momento en la historia que no haya habido este conflicto. Concretamente en Canarias, es un tema que tenéis sobre la mesa a diario. El teatro, como cualquier otra manifestación artística, debe incidir y opinar sobre estos temas, para que no nos olvidemos y que como ciudadanía podamos influir en las decisiones que nos afectan. Para que seamos parte activa de la sociedad.

«Si tú te vas» está cargada de momentos de ternura y crítica. ¿Qué te ha aportado colaborar con Nan Valentí y Lola González en la creación de esta pieza? ¿Cómo ha sido esa simbiosis artística entre todos los miembros del elenco?

R: Habitualmente yo trabajo sola, pero en los dos últimos espectáculos decidí hacer un dúo de payasas con el Voces que no ves y después con el Si tú te vas, un trío.  La estructura clásica de los payasos, en el caso del trío, son el Carablanca, el augusto y el contraugusto. El Carablanca es el orden y el que manda, el Augusto es el payaso simple, tonto, normalmente con la nariz roja y el Contragusto que aún es más tonto que el Augusto pero por el que tiene una profunda admiración de ‘hermano mayor’. Todas y todos tenemos un referente de esta estructura con los Hermanos Marx.

Con Nan Valentí ya habíamos trabajado en otra ocasión, y es un gran Carablanca, (en este caso una gran Carablanca), con el que hay mucha química y nos entendemos perfectamente en el escenario. Esto es algo imprescindible en un espectáculo de creación absoluta, en el que se parte de cero. En el caso de Lola Gonzalez, nos conocemos de hace muchos años y aunque no habíamos coincidido nunca en escena, conocía muy bien a su payasa y daba perfectamente para la figura de la Contraugusta. La teoría funcionaba, solo había que probar si en la práctica también, y así fue.

La figura de la payasa en el teatro suele estar asociada al público infantil, pero tú reivindicas la nariz roja para el público adulto. ¿Cómo crees que se transforma el papel de la payasa cuando se aborda en contextos más serios o complejos?

R: Desde mi punto de vista, es un error que se circunscriba solamente a la infancia, porque un espectáculo puede tener muchas capas de lectura. Sí que es cierto que mis espectáculos están orientados al público adulto y si vienen algunos niños y niñas, también se lo pasaran bien y se reirán a gusto, pero se perderán alguna de estas capas de lectura. Pero tampoco pasa nada, ya lo preguntaran después en casa. Y es desde esta perspectiva para el público adulto que se pueden tratar temas tan complejos como quieras y darle nuestra visión. El payaso o la payasa siempre se apoya en las fortalezas de la persona que hay detrás, y en mi caso como vengo del teatro, con formación de actriz, es por lo que mis espectáculos son más teatrales y con una historia que contar.

No creo que la payasa se transforme para tratar unos temas u otros. Igual es que tenemos en mente una figura del payaso o payasa con un humor más blanco, pero siempre ha habido payasos tocando temas profundos. Y ahí podemos volver al cine mudo, con Buster Keaton o con Charles Chaplin.

En tu próxima presentación en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, ¿qué pueden esperar los espectadores de esta función? ¿Hay algo especial que te gustaría resaltar sobre este espectáculo en particular?

R: Yo lo que quiero es que vengan a disfrutar y a pasarlo bien con un espectáculos de payasas. Presentamos números clásicos de los payasos, pero con payasas y si eso ya no es habitual, aún lo es menos ver un trío de payasas. Que no se esperen nada y que vengan a sorprenderse

Tu trabajo siempre ha sido un referente en cuanto a la visibilidad de las mujeres en el teatro y la comedia. ¿Qué piensas que falta hoy en día para que las mujeres sigan ganando terreno en la escena artística, especialmente en un campo tan dominado por el humor y la crítica social?

R: A mí me hubiera gustado no ser ningún referente, eso hubiera querido decir que ya habría habido una normalidad. Pero no nos tenemos que remontar tan atrás para encontrarnos en el momento que las mujeres no subían a los escenarios. Que los papeles femeninos los interpretaban hombres vestidos de mujeres. Pues desde ese tiempo, que ahora nos parece tan increíble, que vamos ganando terreno poco a poco hacia una futura normalidad. Hemos mejorado muchísimo, sin duda, pero hay que seguir insistiendo. Y aún más tal y como parece que vienen estos nuevos tiempos.

Yo creo que donde más distancia hay aun hoy en día en el campo del humor, es que la pluma que escribe muchos de los guiones sigue siendo masculina y con una perspectiva masculina, aunque en la interpretación haya muchas más mujeres que antes. Y también en los sitios de poder y decisión, también en el campo artístico, aún no hay paridad.